“Sur”, Málaga
Comenzaré por decir, al margen de otras consideraciones, que su arte tiene mucho de desafío, lo que se refleja, con diafanidad absoluta, en sus figuras humanas, acusadoras no sólo de su inspiración -que es el oro de su obra-, sino de una estimable intención docente, por ser ciertamente muy aleccionadoras, a la vez que sabe evidenciar una búsqueda exigente de sí mismo, búsqueda de caminante ilusionado por sendas de honda y sincera emoción.
Donde resplandece plenamente la llama vida de su inspiración es en esas curvas aladas que, por estar en movimiento, carecen de base de sustentación y flotan espiritualmente. Y es que en su mundo artístico, tan múltiple y avasallador, palpita una imaginación exuberante, de enorme sensibilidad, capaz de convertir el límite en horizonte.
Las figuras que nos produce Canónico son deslumbrantes como el fulgor del prodigio, son figuras que adoptan formas y expresiones tan diferentes como la vida misma, porque están repletas del inusitado encanto de la humana verdad. Obras que dejan traslucir su pensamiento cual proyección de un impacto estético -vocación de crear se llama eso- porque a fin de cuentas el arte no es más que el pensamiento hecho forma.
Ya había dado este artista su medida inicial en el realismo, que dejó colgado en el tiempo, pero que le sirvió para alumbras obras de excelente factura, culminadas en su famosa “Maternidad” (Clínica Carlos Haya, Málaga), penetrando después en la plástica figurativa como tránsito hacia la más deliciosa abstracción, sin buscar vacíos sensacionalistas, sino con presencias vivas y sinceras para el gozo acusador de su facilidad, de su genial facilidad, en la que hay una penetrante seguridad incapaz de descomprometerse.
Tan cautivador hacer artístico se centra, se concentra, sin la menor huella de precipitación en la firme tarea de este artista de muy severa autocrítica, capaz de lograr el difícil equilibrio entre concepto y sentimiento. Se nota que ha luchado ardorosamente, con amoroso tesón, para asimilar experiencias y superarlas con constancia ejemplar, entregándose en exclusiva a su arte y abandonándolo todo audazmente. Su valiente actitud coincide de lleno con la frase de Spengler “En la vida sólo cuenta el hombre capaz de arriesgar algo”
Canónico tiene madurez en las más variadas formas. Porque sabe mostrar ese fascinante anhelo de plasmación que tan a las claras evidencia una extremecedora carga de entusiasmo y fe en su trabajo.
Dichoso tú, artista amigo, mientras a los demás nos duele en el alma la angustia obligada de enloquecer cada día, con la pasión actual de la técnica frente a la perdida levedad temblorosa de la poesía de las cosas y a la sublime capacidad espiritual del fervoroso humanismo.
Canónico, máximo escultor contemporáneo, quien comenzó haciéndose acreedor a nuestra gratitud para pasar enseguida a ganar -vencedor en el tiempo- la admiración rendida del pueblo malagueño, mientras recordamos, en conclusión oportuna, que el arte es el auténtico testigo de los tiempos.